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La primera vida de Ariadna. Episodio 4

La pequeña farsa

Ariadna se divertía mucho aprendiendo sus rutinas, se miraba al espejo para lavarse los dientes, se miraba fugazmente y entonces se despedía de su propia cara, como si no fuera suya, si se le caía un pelo hacía como que dudaba de que no estuviera todo su cabello flotando sobre la cabeza, sin ninguna sujeción, luego discutía con los duendes que habitaban el piso de arriba sobre los peligros de peinarse, pero era todo un teatro, era mentira, imaginaba las cosas que se supone que las niñas tienen que imaginar, se forzaba a ser una niña y así era feliz.

Era un teatro, la vida era una hermosa representación, mamá se lo dijo; «mírate, háblale al espejo cada mañana, tienes que aprender a conocerte». Ariadna ya sabía del sentido figurado de las palabras, pero poco más, era tan pequeña que su imaginación no podía adaptarse, se lanzaba con demasiada fuerza.

«Juguemos al teatro, tenéis que representar una escena entre hadas y princesas». Propuso la mamá para entretenerlas, estaban de visita en la casa de los tíos Fernando y Sara, con la prima Sarita, de un año más que ella, las dos mayores estaban mucho más versadas en literatura infantil, en cuentos, en películas de niños, Ariadna tuvo que inventárselo todo.

Se quedó quieta, congelada, unos diez minutos, y con los ojos cerrados empezó a moverse recordando cada gesto y cada uno de los movimientos, conversaciones u ocurrencias de la mañana, fue extrañísimo pero muy divertido, la tía Sara se reía como otra cría y el tío Fernando la miró desde lejos, sin poder apartar la vista, no entendía nada, la niña recopilaba las actividades del día, y si se cepillaba los dientes o saludaba al dependiente del bazar seguía concentrada, ensimismada, como con magia, a la niña Sarita le asustó, por el realismo de la representación, dedujo la mamá, o por las caras tan convencidas y tan cómicas que ponía Ariadna.           

-Tiene talento para la interpretación – dijo el tío Fernando.

-Es que no distingue, es demasiado sincera – concluyó la mamá.

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