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La primera vida de Ariadna. Episodio 1

En esta sección quiero publicar episodios de LA PRIMERA VIDA DE ARIADNA, unos relatos cortos y sencillos que escribí hace veinte años sobre Ariadna, una niña de cinco años muy especial. Los tenía olvidados en algún hueco del ordenador y me gustaría pensar que Ariadna y su filosofía natural pueden decirnos algunas cosas importantes, divertidas también.

Querría preguntaros si creéis que una niña de esa edad es capaz de plantearse los dilemas que se plantea Ariadna o pensáis que es demasiado pequeña para discurrir lo que ella discurre. Los ocasionales lectores de estos cuentos me han dicho de todo, yo personalmente pienso que las mentes de los niños pequeños son tesoros dificilísimos de descifrar, mucho más intensos, más profundos, de lo que queremos creer.

Episodio 1

– ¿Cuál es tu secreto más profundo, el único que nunca, nunca, le contarías a nadie? Los ojos de Ariadna, como los de una cobra erguida, se quedaron fijos, casi fuera de sus cuencas, escuchó la pregunta de su hermana mayor sin contestar y durante días revolvió dentro de su cabeza todos los secretos que algún día le pincharan, como alfileres, y le acuciaran su insaciable curiosidad. Pero eran todos secretos a medias, no eran propios, los conocía por otros, por los libros, por los mayores, por su misma hermana. Se santiguaba cada noche al empujar la vidriera ámbar y roja de la puerta del comedor porque tras sus cristales vivía el duende de los dedos húmedos, le temía y le protegía, lo distinguía entre los reflejos dorados y el quejoso chirrido de las bisagras, lo convirtió en su secreto, durante tres días aquel duende, tan tranquilo, fue la gran esperanza, su gran baza para impresionar a la hermana, pero dedujo que si sabía de ese duende desde que era muy pequeña tenía que ser porque se trataba de un duende familiar, conocido por todos, por más que nadie lo volviera a mencionar, por más que su relación con él fuera tan estrecha, tan particular. Ariadna pues no tenía ningún secreto tan secreto y se lanzó a buscarlo en los otros, imparable, observó con lupa a cada uno de los adultos, les preguntaba a todos sobre cualquier cosa y al poco tiempo comprendió que los mayores no conocían el significado de nada, ni el de la vidas estancadas de los árboles en el invierno, tan distintas a la suya, ni el de la vejez de los hombres, ni el de esas miradas, como recordando cosas, de los niños muy pequeños. Así cavilando descubrió que si le comentaba a su madre, por ejemplo, el peso que se le cargaba en el pecho cuando pensaba en el tiempo infinito que le quedaba por pasar en el cielo al abuelo que murió antes de que ella naciera, siempre obligatoriamente feliz, siempre descansado, sin tareas y sin sofocos, ella, su madre, se sonreía y la espantaba a jugar, sin importarle ese peso. Así, Ariadna, pulió el secreto y una tarde soleada de sábado decidió acaparar a la hermana mayor y responderle; – Mi secreto secretísimo, que nunca contaría a nadie, es que los mayores no conocen el significado de la vida, ni les importa mucho. La hermana esperó perpleja a que siguiera hablando y le contase por fin un secreto de veras interesante, cuando comprendió que Ariadna no tenía más que contar la consideró más pequeña aún y le contestó la respuesta que tenía preparada desde el mismo momento en que hizo la pregunta. – Eres una mentirosa, porque si fuera un secreto que nunca contarías a nadie tampoco me lo habrías contado a mí. Ariadna se echó a llorar, y lloró como nunca había llorado antes, porque lloraba por cosas que ni su madre sería capaz de entender, la hermana la abrazó asustada por el efecto de su maldad, le dio muchos besos y después se pusieron las dos a jugar a marineras usando la alfombra de barco, las losas del suelo de mar y la mesa camilla de camarote.

8 comentarios en «La primera vida de Ariadna. Episodio 1»

  1. Hola Miguel, bonito relato corto, gracias por presentarnos a Ariadna.
    Respondiendo a tu pregunta, yo sí creo que una niña de 5 años puede tener esa lucidez y profundidad. Yo me recuerdo a mí misma a esa edad, y hasta los 7 años haciéndome preguntas muy profundas y existenciales.
    Es cierto lo que dice Ariadna de que los mayores no conocen el sentido de la vida… a muy pocos les llega la luz para esa respuesta… y menos aún se atreven a compartirla…
    Te dejo, que mi hijo me está destrozando los tímpanos con los chirridos de una Zanfoña que se acaba de comprar por Wallapop.
    Dios te bendiga, Miguel.
    Lo peor es que quizá muera pronto, y sin haber encontrado el sentido de la vida… habiendo vivido como un barril, resto de un naufragio, a merced de las olas y estrellándome a cada rato contra los escollos.
    Un saludo. Paz y bien.

    1. Gracias por conocer a Ariadna, María, no te preocupes que aún le quedan muchos años de vida feliz, incluso le queda una segunda vida, adulta y espero que muy plena. Poco a poco te iré soltando sus progresos, sus locuras.
      También pienso como tú que la infancia encierra tesoros que parece no nos atrevemos a desenterrar, que estamos obsesionados con equiparar todas las infancias, homogeneizarlas con psicologismos, con traumas que son más de adultos que de niños. En fin, seguiremos vigilando a Ariadna.

  2. Pienso que la niñez es una época de fantasía intensa , de secretos guardados , de amigos y seres invisibles y de descubrimientos sorprendentes.
    Ariadna, no es demasiado pequeña para pensar e interesarse por las opiniones y reacciones de las personas mayores, ni para sorprenderse por sus reacciones, para ella absurdas e incomprensibles .
    La niñez es la etapa de la vida , donde se aprende con avidez, se asimila, se sufre con intensidad , se vive con alegría, se pasa de la tristeza al llanto y del llanto, basta un segundo para reír a carcajadas.
    Bendita niñez.

  3. Hola Miguel,
    Yo sí creo que a esa edad los niños sean capaces de hacerse grandes preguntas ya que tienen una insaciable curiosidad, se interesan por el funcionamiento del mundo en general y tienen muchas ganas de saberlo todo.

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