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La primera vida de Ariadna. Episodio 6

Generala

Adela se vistió la casaca blanca de su padre, buscó un sombrero verde y se pintó la cara con el maquillaje que encontró en el tocador de la madre, parecía una india, una india bailando la danza de la guerra, daba miedo. Tía Elena se escondía en el balcón, sujetaba el teléfono en su mano izquierda, nada le preocupaba en este mundo nada más allá de la voz que salía de aquel auricular. No supo cómo, pero Adela consiguió que su hermana se vistiera una chaqueta de corte militar, antigua, quizás del abuelo, era color caqui, también le pintó la cara, le perfiló los ojos como a una egipcia, luego, en un arranque de maldad, le pintó bigote, uno grueso y largo, se reía, pensaba que Ariadna explotaría de rabia al verlo, pero a ella le gustó y se aumentó los extremos, y las patillas, se pintó cejas de mexicana, entonces tuvo uno de sus arranques, nadie comprenderá nunca las razones de Ariadna,  se quitó el disfraz, lo tiró y se lavó la cara, se la intentó limpiar el maquillaje y se le quedó tiznada, como a una niña de la calle, de las de antes.                         

            —Quiero ir siempre de incógnito —declaró —, que nadie se dé cuenta de quién soy, voy a ser una espía, una capitana, una generala secreta, para entrar en las casas, enterarme de todo y ya luego atacar, cuando lo sepa todo de todos, aprenderé a esconderme y a seguir la estrategia de los más listos.                

            — ¿Y en qué bando estás?

            Lo preguntó Adela y a la hermanita se le cambió el rostro, se apaciguó y abrió los ojos. «No lo sé». Quería decir. «Sólo sé que necesito rebelarme, que tengo que ser parte de la revolución, pero no sé quiénes son los míos, no sé contra quién estoy».

            «Cuando la vida te pregunta tienes que buscar la respuesta, pero la vida pregunta muy pocas veces, hay muchas, muchas niñas, incluso muchos hombres importantes, que nunca llegan a escuchar ninguna pregunta, la mayoría de la gente vive como si tuviera un prospecto que le dice cómo vivir…. » 

            Lo tenía escrito en su libreta, lo copió de un cuento antiguo, el cuento de un ángel muy tímido que vivía protegido por la niña que tenía que cuidar. La madre la oyó cuando lo leía en voz alta, a ella no le gustaban esas cosas. «No tendría que pensar así una niña tan pequeña, me está martirizando, tenemos que encauzarla ».                       

            Lo sabía, la niña sabía las cosas que decía su mamá de ella, y se reía, la quería con todo su corazón, era una generala pequeña y tenía que probarse cada día.

            —Mamá dice que eres una psicópata. Se lo oí decir esta mañana cuando le contó a la tía Elena lo de la libreta.

            Y Ariadna se rio, no conocía el significado de aquella palabra, le resultó simpática. « ¿Soy una patata? Una psicópatata. ¿Una sin patas?» «Psicópata, sale en las películas de miedo, eres una psicópata».     « ¿Y en qué películas?» «Tú no las ves». « ¿Y doy mucho miedo?» «No lo sé».

            Nadie sabía de veras lo que era un psicópata, ni la madre, pero a las niñas le gustó. «Ariadna la psicópata». Se lo decía Adela todos los días, las dos se reían y, con el tiempo, cuando aprendieron el verdadero significado, se rieron aún más.

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